domingo, 22 de abril de 2007

En busca del centro perdido

Determinar el centro de una figura geométrica regular es tarea sencilla,
pero se torna ardua, si queremos encontrar el centro de cualquier ciudad.
En cierta ocasión, entrando por uno de los accesos a la población en la que
resido, vi un rótulo con la indicación: CENTRO. Me encaminé en la dirección
apuntada y al poco localicé otra señal con el mismo aviso, CENTRO. Debo estar
cerca del punto buscado, pensé. Pero después de un largo trayecto sin llegar
a mi meta, distinguí otra que repetía la leyenda CENTRO, pero en sentido
contrario al que yo venía. Probablemente, volví a pensar (que fatiga), he
pasado por el objetivo de mi búsqueda sin advertirlo. Deshice, entonces,
el camino andado y me ocurrió lo mismo que en el primer paseo. Me hallé ante
la primera señal, invitándome a ir hacia atrás. Cuantas veces intenté la
misma tarea desde cualquier acceso a la ciudad, estuve siempre haciendo y
deshaciendo caminos, sin llegar nunca al sitio buscado. Conclusión, nadie
se ha tomado la molestia, hasta ahora, de fijar el centro de la ciudad. Para
solucionar esta carencia, propongo que se forme una comisión integrada por
geómetras, topógrafos, taxistas, agentes de la Policía Local y cualquier
otro colectivo que pueda arrojar luz a la "poblemática" (homenaje a mi amiga
Mª Dolores Palao). Una vez que se halla encontrado el punto central, colóquese
allí un monolito coronado por un madalena (*) para que nos ayude a centrarnos
en la centrlidad. Amén.

Francisco Bernabé Roca 31-I-05

(*) Referencia a la madalena que cita Proust en su obra más representativa, de cuyo título se hace una paráfrasis en el encabezamiento del texto anterior, como desencadenante de la memoria inconsciente. Posteriormente he sabido que la confección de la famosa madalena se la disputan los pasteleros de Illiers le Combray, región de Chartres (Francia), localidad en la que Proust pasaba las vacaciones de verano de su infancia.

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