Esta mañana he amanecido en el lado izquierdo de la cama, cuando suelo hacerlo
en el derecho. Esto habría carecido de importancia, si no hubiera sucedido
lo que paso a relatar.
Al encaminarme, todavía somnoliento, al cuarto de baño he tropezado con la pared. La puerta estaba enfrente. Cuando he querido tomar una ducha fría,
me ha caído encima un chorro de agua casi hirviendo que me ha hecho dar un
aullido de dolor al sentir mi piel escaldada. El agua que salía por el sumidero
giraba en sentido contrario de lo que lo hacia siempre. Este giro determinado
por las Fuerzas de Coriolis, me ha hecho sospechar que la Tierra había cambiado
su sentido de rotación, tal como he podido comprobar al asomarme a una ventana;
el Sol despuntaba por el Oeste. Conmocionado por si lo que estaba sucediendo
se debía a un estado de inanición, me he dispuesto a desayunar. Mi mujer
antes de irse a trabajar, me había dejado los periódicos del día. Otra sorpresa;
las cabeceras de la prensa estaban en la última página, pero es que, además,
cada una de las líneas aparecían escritas de derecha a izquierda, tal como
ya lo hiciera Leonardo da Vinci. Consecuencia, he tenido que leer los diarios enfrentándolos a un espejo. Las noticias daban cuenta de posturas progresistas apoyadas por los políticos conservadores, mientras que los otrora partidos de la izquierda defendían ideas con fuerte olor a naftalina. Al salir de mi casa (¿quién
habrá cambiado el pomo de sitio?), mi vecino me ha saludado con un fuerte
apretón de manos, pero con la mano izquierda. Al rebasar la puerta del garaje, casi tengo un accidente porque los coches circulaban por la izquierda (¿estarán los
ingleses, he pensado, conduciendo por la derecha?).
Cuando ya estaba a punto de volverme loco, me he despertado. Todo lo anterior
había sido un sueño. He corrído hacia la ventana y he comprobado que el Sol
había aparecido por el Este. En la ducha, el agua caliente y el agua fría
salían bajo la acción de las llaves habituales. He podido leer la prensa
sin la ayuda del espejo, y todo lo demás, mi vecino, el tráfico, etc, se
comportaban como siempre. Mi mente se ha tranquilizado porque cada cosa estaba
en su sitio.
Esta noche me acostaré con la esperanza de tener otra vez
el mismo sueño, pero con el deseo de que traspase la frontera de lo onírico.
Es muy aburrido que la vida transcurra siempre de la misma forma.
Francisco Bernabé Roca 8-VIII-05
viernes, 20 de abril de 2007
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