Tengo tres hijos cuyas alturas rebasan los 1,90m. Este desarrollo se debe,
además de a la componente genética, a la labor continua e incansable de mi
mujer que siempre les ha preparado una alimentación variada, a base de productos
frescos y naturales. ”Somos lo que comemos” (Faustino Cordón dixit).
Valga el ejemplo como muestra de la evolución que se ha producido en la
juventud española, después de los años en los que por ignorancia, por falta
de recursos, o por ambas cosas, la ingesta de la población era deficitaria.
En una exposición de fotografía que tuvo lugar en la Casa Díaz Casou, vimos
las imágenes de unos habitantes de esta región que vivieron hace alrededor
de un siglo, con el aspecto de pertenecer al eslabón perdido. Es notorio
el cambio que se ha dado.
Hoy en día podemos ver a unas muchachas que son unas auténticas maravillas
de la naturaleza, merecedoras de ser esculpidas por algún Fidias contemporáneo.
Otros prodigios como los amaneceres, las puestas de Sol, la Aurora Boreal,
las cataratas del Niágara o del Iguazú, etc., palidecen de envidia cuando
tales mozas, pechi y culialzadas, pasean sus cuerpos por las playas. Entonces exclamamos,¡Aleluya, Dios existe!. Tanta donosura no puede ser fruto delazar. Ya lo dijo Einstein. “Dios no juega a los dados”. Pero años más tarde
Stephen Hawking puntualizaría: “no sólo Dios juega definitivamente a los dados, sino que los arroja adonde no podamos verlos. Además se guarda unas en la manga”.
Francisco Bernabé Roca 17-VIII-05
lunes, 16 de abril de 2007
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