sábado, 24 de mayo de 2008

Serranilla sangrienta. Jorge Llopis

Poema leído por José María Pou en el programa A vivir que son dos días de la Cadena SER, al filo de las 12 del mediodía del Domingo 18-V-08.

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SERRANILLA SANGRIENTA

(al modo del Marqués de Santillana)

A Maribel y Fernando Jiménez del
Oso; él, psiquiatra. Ella, no.

Cerca de Malpica
serrana yo vide
que estaba muy rica.
Parando en posadas,
tascas e ventorros,
las piernas cansadas
e sudando a chorros,
de noche corría
por llano e talud,
e al alba dormía
en el mi ataúd.
La luna amarilla
el perfil mostróme
de mi serranilla.
Era pechugona,
con mucha espetera,
e muy frescachona
e populachera.
Los labios, carnales,
sin asma e sin tos;
los ojos, iguales
(pues tenía dos).
Era algo rechoncha,
e según me dixo, se llamaba Concha.
Al mirar glotón
su cuello de foca,
agua de limón
se me hiço la boca.
Vestía garnachas
Usadas e cortas,
que olían a gachas
de harina de almortas.
¡Gachas al coleto:
salvado e forraje,
pienso del cateto!
La serrana, inquieta
desde la espesura,
quedó maxareta
al ver mi figura:
fraque con faldita,
gran capa escarlata,
e la paxarita
de la mi corbata.
Mis largos colmillos
buscaron entonces
los sus colmillos.
Con un ansia loca,
febril e mimoso,
buscó la mi boca
un sitio carnoso.
Ella resistía
aquestos engorros,
e me sacudía
tortas e mamporros.
Clavéle los braços
con los alicates
de mis colmillaços.
Manos e pinreles
clavéle con saña.
¡Clavele, claveles,
claveles de España!
E sobre los hongos
tristes e amarillos,
chupé sus mondongos
e sus higadillos.
Aquella lagarta
diome un grand capricho:
chupar a la carta.
Después, sacudíme
el polvo enojoso,
e al punto perdíme
en sitio boscoso,
la mano al bolsillo,
la risa entre dientes,
a más de un palillo,
vulgo mondadientes.
Cerca de Malpica,
vide una serrana
que estaba muy rica.

JORGE LLOPIS

1 comentario:

Josillou dijo...

Jorge Llopis era un prodigio de versificador. Imitaba a todos los poetas con una gracia que nadie ha sido capaz de superar. Los poemas y ripios que publicaba en la Codorniz eran extraordinarios.
¡Qué pena de que falleciera en la flor de la creación y que haya sido injustamente olvidado!