martes, 11 de septiembre de 2007

Educación para la Ciudadanía (*)

1) Que los coches pasen a 120 por la recta que hay al lado de su casa y deberían ir a 50, 2) las pintadas de los grafiteros, 3) las cagadas de los perros por la calle, “nadie las recoge”, 4) los vertidos ilegales de basura. Éstas son las cosas que más le molestan a Colin Smalley, un británico afincado en una urbanización de la costa mediterránea española (El País edición de Valencia, 24-VIII-07, pág.35). Pues bien, teniendo en cuenta que lo que dice esta persona es sólo una pequeña muestra de la mala educación que se ha instalado en todas las capas de nuestra sociedad, es insólito que haya quien esté llamando a la rebelión social cuando se ha proyectado para el sistema educativo español una asignatura como Educación para la Ciudadanía. Hasta ahora ni la Conferencia Episcopal Española, líder de la insurgencia, ni ninguna de las personas que se han sumado a la protesta, han dado un solo argumento concreto que apoye sus acusaciones. Todo han sido vaguedades como “relativismo moral o ético” (para ellos no hay más ética o moral que las suyas), ”ideología de género” (?), “Religión de Estado” (en la reciente dictadura franquista si la había, religiosa y política), “educación para el intervencionismo” (¿escuela de manipuladores de conciencias?) y otras perlas por el estilo.
Nadie, con criterio lógico, debería objetar que los estudiantes conozcan y respeten la Constitución Española o la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en las que se recogen, entre otras cosas, el obligado respeto que debemos tener por las personas, los animales o las cosas de uso común. Nadie, que yo sepa, ha citado ni una sola frase del proyecto en la que basar sus imputaciones. Deberían recordar que el que acusa es el que tiene la carga de la prueba. Cuando algunas personas amenazan con alegar objeción de conciencia para negarse a que sus hijos cursen la citada asignatura, deben recordar que ese tipo de objeción no es una patente de corso con la que oponerse a cualquier norma que no les guste, sino que tiene que estar explícita e inequívocamente fundamentada en lo que creen que se lesionan sus derechos individuales o colectivos. Nadie ha dado un razonamiento coherente al respecto
Sostiene Fernando Savater en su artículo “Instruir educando” (El País, 23-VIII-07, pág. 11) que instruir y educar no son dos acciones independientes, sino complementarias. “La instrucción, dice, promueve el conocimiento de lo que hay, la educación se basa en ella para promover destrezas y hábitos” Si se admite la enseñanza de los Derechos Humanos y de la Constitución, “¿cómo puede instruirse a nadie sobre tales derechos sin mencionar las implicaciones morales de que están llenos los principios éticos en que se basan?”. Añade el filósofo, “algunos se escandalizan al escuchar que ciertas disposiciones éticas responden a las exigencias mayoritarias de convivencia y no a la conciencia de cada cual”; “es necesario conocer el valor moral de tolerar cívicamente aquellos comportamientos que no apruebo siempre que no transgredan la legalidad”; “debo comprender la valía ética de las normas instituidas que permiten el pluralismo de convicciones y actitudes dentro del marco común de respeto a las personas”; “debe de haber una asignatura de Educación para Ciudadania que transmita la exigencia moral de tener valores comunes instituidos legalmente”; “dar a entender que todos los profesores de la nueva asignatura son dóciles marionetas al servicio de los intereses gubernamentales, es una majadería calumniosa que no merece más comentario”; “es preciso no dejar solos a los que creen en la oportunidad de la asignatura y están dispuestos a esforzarse por darle la mejor realidad posible, con prudencia pero también con audacia”; “de modo que los demás tendremos que seguir polemizando en defensa de lo obvio, con la pereza que da”. Este es sólo un pequeño resumen del artículo de Savater, cuya lectura íntegra recomiendo vivamente. ¡Que tiempos estos en los que hay que luchar por lo evidente!, dijo el Che Guevara.

Defienda enhorabuena cada quien sus respectivas posiciones con rigor-esa es la esencia de la democracia-, pero sin mentir que además es pecado.

Francisco Bernabé Roca 29-VIII-07
Publicado en La Opinión de Murcia (11-IX-07)
(*) Recomendable la lectura del artículo, Educación para la Ciudadanía, de Josa Fructuoso publicado en La Opinión. Pág. 33. 11-IX-07.
. También en laopiniondemurcia.es Ver Hemeroteca, el apartado Opinión de la misma fecha.

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