Hace un par de noches me dormí leyendo una novela sobre un policía berlinés que, a pesar de odiar a los nazis, acabó luchando en el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Lo último que recuerdo es esto: “La culpa la tienen los comunistas por convocar una huelga general que forzó las elecciones. La tiene Von Hinderburg por ser demasiado viejo. La tienen los seis millones de parados por querer un empleo, incluso a costa de Adolf Hitler. La tiene el Ejército por no frenar a los freikorps. La tiene la Gran Guerra por arrebatarnos el valor de la vida humana, La tienen los franceses. La tienen la inflación y Himmler y Goering y Hitler y las SS y las putas y sus chulos. Pero sobre todo la tengo yo. Por no hacer nada. Que era lo que se requería para que triunfase el Nazismo. Antepuse mi supervivencia a cualquier otra consideración. Si fuese verdaderamente inocente, estaría muerto, Anna. Y no lo estoy”. Al despertar miré a mi crío y le prometí que jamás me quedaría sin hacer nada.
Tomás del Cerro, corresponsal de La Opinión de Murcia en Alcantarilla.
Publicado en la pág, 2 de este periódico, el 30-IX-10
Nota: El artículo me recuerda el poema del pastor protestante Martin Niemöeller, falsamente atribuido a Bertolt Brechet: “Primero vinieron a por los comunistas…” Originariamente el pastor lo escribió para un sermón y después su mujer le dio forma de poema.
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