sábado, 23 de enero de 2010

El obispo Munilla ante el terremoto de Haití

Cuando hace unos días le preguntaron en una emisora de radio al obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, por qué Dios permitía desastres y sufrimientos como los que está padeciendo estos día el pueblo haitiano, en lugar de decir honradamente que no hay respuesta a ese interrogante, responde: “también deberíamos llorar por nosotros por nuestra propia situación espiritual; quizá es un mal más grande que el que esos inocentes están sufriendo”. Es decir no contesta; los jerarcas de la Iglesia son unos maestros en llevar cualquier polémica al terreno que les interesa. Por favor que no mezclen churras con merinas.
En un libro de Matemáticas que yo estudíé alrededor de mis doce años se daba la siguiente definición de medir: “comparar dos magitnudes de la misma especie”. No se pueden comparar cualesquiera cosas. Además de lo de ofensivo que para los habitantes de Haití hayan podido tener las declaraciones del obispo.
Doy por supuesto que la jerarquía católica no estará de acuerdo con mi contestación a la consulta del oyente de la emisora, pero me reconocerán mi derecho a formularla: o Dios no existe o no es todopoderoso. En este caso, es que no ha resuelto su contencioso con el Ángel Caído y tenemos que convivir con el bien y el mal.
En cualquier supuesto, sólo somos una pequeña mota de polvo en el Universo, que cualquier pequeña perturbacíón a escala cósmica, como es un terremoto, nos puede afectar negatívamente. A partir de aquí cada cual es muy libre de ponerse tan trascendente como quiera.
Dijo Woody Allen (Nueva York, 1935): “si Dios existe, espero que tenga una buena excusa”.

Francisco Bernabé Roca 21-I-10
pacobernaberoca.blogspot.com

Publicado en la pág. 26 de La Opinión de Murcia de 23-I-10

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