Todos los días a la misma hora, 11,30 de la mañana, paseaba sola por la playa una bella joven de unos 25 años. La veía desde mi terraza, y como su aparición era puntual, allí estaba yo como quien acude a una cita. Su ensortijado cabello rubio cae en cascadas, cambiantes al andar, sobre sus hombros y espalda. Su armonioso rostro se complementa con ojos serenamente azules como lagos en un paraje idílico. Se mueve con la sensualidad que recuerda a Marilyn Monroe en la película Con faldas y a lo loco de Billy Wilder (Some lik it hot, 1.959), cuando Jack Lemmon al verla pasar, dice: “deben tener un motorcito”. Una estatura, estimo que entre 1,75 y 1,80, conformada por unas bien torneadas piernas que como columnas, sostienen el templo de un cuerpo merecedor de apasionados tributos. Destacan en él, unos firmes y alzados pechos y nalgas, en los que espero que la Ley de la Gravedad tarde mucho tiempo en hacer estragos. Si alguien se escandaliza o se forma una opinión negativa de mí por este testimonio de admiración, yo le recordaría el verso de un soneto de Lope de Vega cuando un observador exclama, ante las palabras de asombro de un soldado ante el túmulo de Felipe II: “…y quien dijera lo contrario, miente”.
Como sus solitarios paseos se repetían día tras día, estuve tentado de abordarla en algún momento, pero se entendería mal que a mis 71, casado y con tres hijos, anduviera yo metido en semejantes veleidades. Aunque como le dijo el escorpión a la rana, cuando al lomo de ésta le clavó el aguijón al vadear el río: “es mi naturaleza”.
Ayer vi pasar a Helena –así la llamaba en mis sueños, con h- haciéndose arrumacos con un muchacho de una edad adecuada a la suya. He sentido celos, pero también ha sido un alivio porque he dejado, ¡plop¡, de soñar con ella. En adelante he hecho el firme propósito de dedicar mi tiempo y aficiones a tareas propias de mi edad y condición.
Esta mañana he visto pasar una morena…
Francisco Bernaé Roca 17-VIII-07
Como sus solitarios paseos se repetían día tras día, estuve tentado de abordarla en algún momento, pero se entendería mal que a mis 71, casado y con tres hijos, anduviera yo metido en semejantes veleidades. Aunque como le dijo el escorpión a la rana, cuando al lomo de ésta le clavó el aguijón al vadear el río: “es mi naturaleza”.
Ayer vi pasar a Helena –así la llamaba en mis sueños, con h- haciéndose arrumacos con un muchacho de una edad adecuada a la suya. He sentido celos, pero también ha sido un alivio porque he dejado, ¡plop¡, de soñar con ella. En adelante he hecho el firme propósito de dedicar mi tiempo y aficiones a tareas propias de mi edad y condición.
Esta mañana he visto pasar una morena…
Francisco Bernaé Roca 17-VIII-07
Publicado en La Opinión de Murcia (19-VIII-07)
1 comentario:
Esto esta muy bien,pero yo quiero saber donde estan en la Torre, esas rubias de 1.80.Para recrearme la vista yo tambien.
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