Se ha consumado el despropósito; el juez Baltasar Garzón ha sido suspendido cautelarmente, ante el asombro de juristas e intelectuales de España y del extranjero, por un supuesto delito de prevaricación, al querer investigar los crímenes de lesa humanidad del franquismo. No le ha valido que cuando el Tribunal Supremo dictaminó que no era competente en el caso, lo dejara. Está siendo objeto de una clara persecución desde ciertos medios periodísticos, políticos e institucionales. Cierto es que el juez, como cualquier otra persona está sujeto al imperio de la ley, como machacona e insistentemente se dice con satisfacción desde los anteriores medios. A estos habría que recordarles que no hay nada más idiota que plantear una discusión sobre algo en lo que todos estamos de acuerdo. La cuestión, el disparate, es que la denuncia del caso haya sido admitida a trámite.
Cita Manuel Rivas a Albert Camus en su artículo, El golpe (**), de la última página de El País del 15-V-10: “Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje, no obtiene recompensa”. Seguimos igual.
Estamos asistiendo a algo que nos afecta a todos, un paso atrás en los logros de la democracia de los últimos años, hasta tal punto que tendríamos que pensar en lo que escribió Ernest Hemingway en ¿Por quién doblan las campanas? Un poema (*) de John Donne que acaba así: “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad;/ Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”
Cita Manuel Rivas a Albert Camus en su artículo, El golpe (**), de la última página de El País del 15-V-10: “Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje, no obtiene recompensa”. Seguimos igual.
Estamos asistiendo a algo que nos afecta a todos, un paso atrás en los logros de la democracia de los últimos años, hasta tal punto que tendríamos que pensar en lo que escribió Ernest Hemingway en ¿Por quién doblan las campanas? Un poema (*) de John Donne que acaba así: “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad;/ Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”
(*) Texto integro del poema: http://bibliotecaheredada.blogspot.com/2007/03/por-quin-doblan-las-campanas-john-donne.html
(**)Enlace con el artículo de Manuel Rivas:
Francisco Bernabé Roca 16-V-10
pacobernaberoca.blogspot.com
Publicado en la pág 24 de La Opinión de Murcia de 20-V-10, y en la pág. 25 de La Verdad de Murcia de 24-V-10.
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