Cuando oigo a alguien decir: “a mis hijos nadie los obliga a pensar y a sentir como si esto fuera una dictadura”, creo estar viviendo en otra época o en otro país. Así que miro un almanaque y me asomo por la ventana, y compruebo que estamos en 2.007 y que sigo viviendo en la misma población No soy yo el que ha perdido el sentido de la realidad.
La nueva asignatura Educación para la Ciudadanía, no se olvide que fue aprobada por las Cortes Generales, trata de cumplir el mandato constitucional: “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales” (art. 27.2 de la Constitución Española). Lo que pretende este artículo es evitar que la conciencia de los españoles sea manipulada por alguna persona, o por algún grupo, sea éste político o religioso. No confundamos la educación cívica, moral ciudadana, con la moral religiosa que algunos padres, legítimamente, quieren para sus hijos. Oigamos a Jesucristo cuando dice: “dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”. Nunca en España fueron tan respetadas las creencias personales –cualesquiera que éstas fueren- como lo son con los gobiernos socialistas de la democracia.
Si los que la critican creen que la mentada asignatura no debe de hablar de ciertas cuestiones que, por otra parte, están sancionados por las leyes, tienen que recordar que no hay temas tabú; su única preocupación debe ser que se haga en la forma adecuada. Si creen que algún libro ha traspasado los límites de la legalidad deben exigir que se cumpla lo que contempla el ap.8 del artículo citado: “los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el cumplimento de las leyes”.Pero este mismo apartado debe evitar que en algunos colegios la asignatura se vacíe de contenido con el pretexto del Ideario de Centro que, con ser un derecho, tiene unos límites marcados por el Tribunal Constitucional.
Francisco Bernabé Roca 27-IX-07
La nueva asignatura Educación para la Ciudadanía, no se olvide que fue aprobada por las Cortes Generales, trata de cumplir el mandato constitucional: “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales” (art. 27.2 de la Constitución Española). Lo que pretende este artículo es evitar que la conciencia de los españoles sea manipulada por alguna persona, o por algún grupo, sea éste político o religioso. No confundamos la educación cívica, moral ciudadana, con la moral religiosa que algunos padres, legítimamente, quieren para sus hijos. Oigamos a Jesucristo cuando dice: “dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”. Nunca en España fueron tan respetadas las creencias personales –cualesquiera que éstas fueren- como lo son con los gobiernos socialistas de la democracia.
Si los que la critican creen que la mentada asignatura no debe de hablar de ciertas cuestiones que, por otra parte, están sancionados por las leyes, tienen que recordar que no hay temas tabú; su única preocupación debe ser que se haga en la forma adecuada. Si creen que algún libro ha traspasado los límites de la legalidad deben exigir que se cumpla lo que contempla el ap.8 del artículo citado: “los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el cumplimento de las leyes”.Pero este mismo apartado debe evitar que en algunos colegios la asignatura se vacíe de contenido con el pretexto del Ideario de Centro que, con ser un derecho, tiene unos límites marcados por el Tribunal Constitucional.
Francisco Bernabé Roca 27-IX-07
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